La estructura gobierna la función:
La estructura y la función se consideran indivisibles formando dos aspectos interdependientes de la misma manifestación del cuerpo. Esto significa lo siguiente: si una estructura no se encuentra en armonía con sus estructuras vecinas, no puede ejercer su función plenamente. Es por ello que la función se materializa en la estructura y por ello el osteópata, a través de sus manos, la normaliza.
La ley de la arteria es absoluta
El exceso o la disminución de líquido en los tejidos perturba su función y su capacidad de adaptación a las necesidades cotidianas de la persona. A las manos del osteópata, se traduce en calor y flexibilidad de la zona a tratar.
La unidad del cuerpo
El cuerpo humano no funciona por segmentos, sino como un sistema cuyos engranajes trabajan de manera sinérgica respondiendo a las demandas que tiene en los distintos momentos de la vida. La fascia es el tejido común que une todas las partes del cuerpo, desde lo más superficial a lo más profundo y desde lo más central a lo más periférico.
El cuerpo fabrica sus propios remedios.
El cuerpo humano tiene la capacidad de adaptarse, corregirse y autorregularse. Este equilibrio es posible si se basa en un estilo de vida saludable, en una nutrición adecuada y en una conciencia tranquila. El osteópata tiene esto en cuenta y solicita la respuesta del organismo para que sea él mismo quien recupere su capacidad de adaptación y su integridad, es decir, le permite la homeostasis: la autorregulación y el mantenimiento constante de los parámetros internos del organismo.